Paulina León, María Dolores Ortiz, Raúl Moscoso
Con la participación de: Glen Aguilera, Ronaldo Betancurt, Melania Chalco, Darío Figueroa, Diego Gahona, Nicole Jácome, Patricia Peralta, Maggy Puga, Sebastián Rodríguez y Paul Tupiza.
Encuentro Vesperal
La plataforma El Coro del Silencio (www.corodelsilencio.wordpress.com), coordinada por Caleidoscopio Producciones Artísticas, trabaja de manera sostenida e ininterrumpida desde el año 2009 y se plantea como reto la articulación de prácticas artísticas contemporáneas y el trabajo con la comunidad de personas sordas. Su objetivo es lograr procesos conjuntos de investigación, producción y difusión de productos culturales de alta calidad elaborados en lengua de señas ecuatoriana (LSEC). De esta manera se difunde la lengua de señas, se fortalece la identidad de la Cultura Sorda y se crea puentes de comunicación entre personas sordas y oyentes. Estos procesos se enmarcan dentro de las prácticas políticas de resistencia que desde lo poético permiten ratificar una identidad negada socialmente.
Con el Premio Nuevo Mariano Aguilera, dentro de la categoría Nuevas Pedagogías en el Arte, nos propusimos que el producto artístico realizado tenga además una serie de posibles aplicaciones pedagógicas, que apoyen la educación formal y no formal de las personas sordas. En este sentido, y siguiendo el proceso que llevábamos a cabo -en etapas anteriores se había trabajado desde las expresiones musicales y desde las artes escénicas-, planteamos: En-señas Video. El proyecto brindó al grupo de adolescentes y jóvenes sordos participantes una serie de herramientas visuales que les permite crear videos desde su experiencia y en su propia lengua. Debemos resaltar la utilidad del video como estrategia creativa para este grupo, pues las personas sordas construyen su pensamiento a partir de la secuencia de imágenes y poseen una capacidad visual excepcional. Además, el video es un medio que logra reproducir de manera fiel la lengua de señas, la cual es básicamente una secuencia de movimientos en el tiempo.
Sobre la metodología:
El planteamiento de un proyecto pedagógico con jóvenes sordos fue posible gracias a que se utilizó una metodología que surge desde la práctica artística, que desde hace tres años está en constante desarrollo, y que es el resultado de un proceso de investigación y experimentación que se validaba en cada sesión de trabajo.
Ha sido muy importante el tiempo dedicado a acercarnos a la comunidad sorda para aprender de su cultura, entablar canales de comunicación de doble vía que fomenten la confianza mutua y conocer al grupo profundamente antes de iniciar la experiencia pedagógica.
El punto de partida de éste trabajo se centró en descubrir, por un lado, los canales más efectivos de relación de las personas sordas con el mundo en general y específicamente con el mundo sonoro; y por el otro, las necesidades propias del grupo con el que trabajábamos, partiendo de dos preguntas: ¿qué desean?, y ¿qué les gustaría expresar a través del arte?
Este enfoque nos permitió encontrar los ejes fundamentales de trabajo de El Coro del Silencio. En primer lugar el entendimiento y uso de una lógica visual, donde procuramos comunicarnos a través de imágenes en vez de utilizar el lenguaje hablado o escrito. Y en segundo lugar, la creación de un espacio de libertad creativa, donde los jóvenes cuenten con un ambiente de respeto y confianza que facilite indagar sus universos personales y expresar sus inquietudes, deseos y frustraciones, que luego se constituirán en los contenidos de las obras. De esta forma, las sesiones de trabajo se vuelven un camino compartido, donde la flexibilidad y la imaginación marcan el compás, y donde se debe permanecer sensible para evaluar constantemente si la ruta marcada es la más adecuada o no. Además es indispensable el continuo registro, organización y sistematización del material obtenido, que en la mayoría de los casos es efímero.
Algunas apreciaciones del proceso:
Las propuestas que vinculan arte y comunidad deben manejarse con mucho respeto y entenderse en su complejidad. En el caso concreto de prácticas artísticas contemporáneas ligadas a la comunidad sorda, en el país no existen proyectos similares que brinden referencias. Para nosotros ha sido un proceso en el que hemos ido aprendiendo al hacer, a base de “prueba y error”. En este sentido, los distintos aciertos, quiebres y falencias nos dejan las siguientes reflexiones:
1. Entender a la comunidad como un SER activo, cambiante, dinámico, que tiene mucho más que decir que el/la artista.
2. Entender a la producción artística como un GENERADOR DE SABERES, lo que difiere de ser un impartidor de conocimiento. Un saber no entendido desde las ciencias sociales, ni las prácticas artesanales, ni educativas (el artista no es antropólogo, ni carpintero, ni maestro). El artista produce conocimiento desde el arte, desde esos otros niveles del entendimiento y de la percepción, desde la poética en su sentido más amplio, desde la conjunción entre teoría y praxis donde la investigación y producción son parte de un mismo proceso.
3. Entender este tipo de trabajo como un PROCESO DE CREACIÓN COLECTIVA, de autoría compartida, lo que implica:
Zafarse de POSICIONAMIENTOS VERTICALES, como por ejemplo aquellos que implican frases como: “voy a enseñarles, porque no saben”.
ESCUCHAR más que hablar, tener una apertura física y mental para ver, percibir, entender, y en definitiva CONTAMINARSE del grupo.
Procurar el aprendizaje mutuo en condiciones de HORIZONTALIDAD.
Propiciar un CAMBIO DE PARADIGMA, de desprejuiciamiento mutuo.
4. Entender entonces la complejidad del rol que debe asumir el artista en este tipo de procesos, donde funge de interlocutor, mediador, provocador, recipiente, catalizador, y que al tener en su posesión ciertas herramientas (de las artes) puede:
REVERTIR imaginarios sociales.
CIRCULAR la información poética en otros territorios.
Proporcionar, para que la comunidad se apropie, HERRAMIENTAS PARA EJERCER POLÍTICAS DE LA RESISTENCIA.
5. Entender que estos puntos antes nombrados solo son posibles con PROCESOS SOSTENIDOS DE MEDIANO Y LARGO PLAZO.
6. Entender que los artistas no podemos (ni es nuestra responsabilidad) suplir los inmensos vacíos a nivel de políticas públicas, pero si podemos incidir ejerciendo presión social y sobretodo brindando espacios de reflexión e insumos para que esta presión se ejerza.